Palabras pronunciadas durante el homenaje que, en marzo de 2001 en la ciudad de Cali, rindió el ambientalismo colombiano a los maestros Augusto Ángel Maya, Aníbal Patiño y Mario Mejía. Publicado en el libro “Una exigencia del Sur, reconocer la deuda ecológica”, de CENSAT Agua Viva.
Somos hermanos en la sangre de la materia.
Ante todo, quiero agradecer a las ONG´s y a las universidades que se han querido asociar en este homenaje ofrecido al final de mis días y de mis fuerzas. Me siento particularmente contento de que haya sido pensado como un acto colectivo, en el que comparto el cariño y el reconocimiento de viejos amigos, con dos compañeros de luchas quijotescas. Aníbal Patiño, un denodado campeón de más de una lucha ambiental, quien, salido del campo de la biología, ha ido comprendiendo cada vez más las raíces sociales del problema. Mario Mejía, un luchador sin escrúpulos y sin cortapisas, que nunca le ha temido al fragor de las batallas.
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